26 enero 2014
Cueva de Cal Pesso

  Por Rafael Minguillón Forteza.

-¿Por aquí?, ¿seguro?, pero si no hay por dónde pasar.
            -Aquí está lleno de agua...
            -No sé. Mirar por dónde continuar, vosotros vais delante.
            -¿Hay que arrastrarse?
            -Nooo..., bueno si, un poquitín, pero poquitín, eh... je je...

            De ésta forma los no conocedores de la cavidad, tirando delante del grupo, van exclamando y descubriendo la belleza que se esconde en las entrañas de la tierra.
            Magnífico día el de hoy, qué calorcito. Al llegar a la boca de la cavidad, nos quedamos extasiados de la belleza que nos rodea; la bahía de Pollença, la de Alcudia, ahí al fondo la Victoria y mucho más. La mar está tranquila y dan ganas de pegarse un chapuzón. A esto que vemos unos espeleólogo subiendo por el terreno cárstico hasta nosotros. Vaya, no somos los únicos hoy en visitar la gruta. Qué alegría, es Fabián y Ute, con una pareja de amigos. Cuanto tiempo sin vernos. La casualidad, que la última vez que hicimos algo, fue  aquí, al realizar la excursión del Cavall Bernat. Nos saludamos efusivamente y recordamos viejos tiempos. Mi grupito empieza a meterse en la cueva. Por ahí van Félix Gutiérrez, Pilar y su hija Lucía (toda una jabata ya en estas lides), Félix Soto, su mujer Cati e hijo Marc, un valiente, Francisca y Enrique, y de último yo.




            Primeros arrastres, primeras exclamaciones. Ponemos cuerda en la gran colada y descendemos, aquí llegan Fabián y compañía. Seguimos arrastrándonos, más exclamaciones; -Yo no paso por aquí. -No se puedeee.... no hay por donde. -Si, sí se puede, vosotros mirar, explorar.  Y de esta guisa salimos a la gran sala. Un pocete de  unos 60m, coladas y columnas enormes nos saludan. Destrepamos para acceder a galerías hermosas y húmedas. Zonas con barro, donde algún visitante se puso cachondo e hizo unas buenas obras de arte erótico-porno. Seguimos viendo más formaciones; excéntricas a puñaos, columnas estalagmíticas, hermosas banderolas ocultas en toberas, coladas parietales, por las que trepamos para continuar por la cavidad. Volvemos a la sala principal y ésta continúa varios cientos de metros. Formaciones caprichosas pululan por doquier. Llegamos a un punto que hace falta cuerda para sortear un pozo, a través de una colada. Afortunadamente Fabián trajo una cuerda y ahí está puesta. Aprovechamos el momento y cruzamos al otro lado. Más sala y más formaciones. Ristras largísimas de estalagmitas incipientes recorren el techo. Otras coladas con grandes columnas a superar, al igual que grogs llenos de agua.


            Volvemos al principio de la sala y comemos. Después de buena cháchara, emprendemos el regreso. Otra vez arrastrarse, mojarse y arrastrase.  Hemos salido bien temprano, son las 16h. Y sigue haciendo un día soleado. Nos despedimos de Fabián y Ute y para casa. Nos merecemos un refrigerio y un helado. Y a ello vamos. Y de ello salimos disfrutados.

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