Ya teníamos ganas de una inmersión más dificultosa que de costumbre. Gracias a que estos días ha hecho viento y la mar está revuelta, sabemos que el fondo del pecio del Dique Oeste estará revuelto y la visibilidad casi nula. Lo que proporciona una inmersión fantasmagórica, ya que, el pecio no lo veremos hasta estar prácticamente encima. El paseo por dentro, ya ni te cuento.
Llegamos al punto de inmersión, vemos
la bolla indicadora y tras un OK, empezamos el descenso. Por lo pronto se
perfila algo ahí, al fondo, pero para cuando estamos apunto de tocar fondo,
aparece la sombra del navío. La
sensación es la misma que en las películas de terror, sombra tenebrosa y a
medida que nos acercamos se hace más grande, más patente. Esto mola.
Rodeamos
la embarcación, escudriñamos sus entrañas, vemos toda clase de pececitos, el
fondo está revuelto, la visibilidad de apenas 6 metros . Es hora de
tornar rumbo al pantalán, gracias a la brújula tomamos dirección correcta. Aquí
abajo, es muy, muy, muy fácil desorientarse. Piensas que vas en línea recta y
buceas en círculos. Eso, es peligroso, no sabes dónde puedes terminar y con
límite de aire, ya ni te cuento.
Una vez en el pantalán, vamos
siguiendo su línea hacia la playa del dique. Vemos muchos unibranquios, que son
una monada, pero estos son muy pequeños, de apenas un centímetro. La pasada
inmersión vimos otros de 2-3 centímetros de color amarillo y azul.
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