AVENC DEL MISTERIO

       

      Prospeccionamos cavidad novedosa con sorpresas insospechadas, en un día caluroso como nunca antes. A fin de no achicharrarnos quedamos bien de mañana para efectuar la aproximación. Afortunadamente unos arbolitos nos dan cobijo. Un refrigerio, un ágape y a emprender la ardua tarea de preparar el equipo y material de progresión, así como todo un ingente de aparatos para la filmación de susodicha odisea.


          La entrada a la misma la efectuamos por una oquedad de paredes paralelas de apenas un metro de ancho que se va estrechando a medida descendemos. Bloques encastrados y numerosas piedras nos dan un "yu-yu" "pa to el cuerpo". A una veintena de metros un pedrusco de 2 x 3 m, en forma de punta, nos sirve de anclaje natural para meternos en un paraje agreste y desconocido. El descenso de 40 m, va repartido entre una pared lisa y a pronto zona en descomposición y con incipientes formaciones varias.
          Una rampa de -60º, nos agüitona. El suelo es de tierra acompañada por piedras de muchos tamaños. Todo ello hace que patinemos y deslicemos hacia un vacío ensordecedor, ahí a 10 m escasos. ¿Dónde asegurarnos? ¿Dónde anclar? Irremediablemente somos llevados en volandas hacia esa hendidura misteriosa. Afortunadamente, el entorno sufre un cambio radical. Una brecha de narices se nos presente ante nuestros ojos. Aparecen las primeras coladas parietales y estalactitas. Esto promete.    



          Realizamos un fraccionamiento en precario pero seguro, puesto que prácticamente todos lo fraccionamientos son naturales, de mírame y no me toques. Un aéreo de 10 m nos deja en un rellano pedregoso, con una sala escondida bien decorada y en el extremo opuesto, tras superar inmensos bloques, otro agujero nos da paso a la sorpresa. Tras un rastreo minucioso de cómo anclar, encontramos algo parecido a "pues vale". Nos tiramos para abajo. realizamos una oposición de 5 m de recorrido y a gatas nos enfrascamos en un minúsculo reducto. Éste nos deparará una sorpresa mayúscula.

          A partir de aquí, todo lo que aparece es excepcional. En este tramo tubular estrecho plagado de formaciones, lo dominan tres chimeneas de gran tamaño, construidas por unas banderolas de más de 15 m, con una amplitud alcanzando el metro. Entre ellas, sus caras están forradas de pequeñas y miles de excéntricas. Las chimeneas, de 10 m de altura, tienen todas, en su parte alta, una base de cueva, con una o dos estalagmitas de gran volumen y altura. A primera vista nos recuerda las típicas capillas religiosas con su virgen o santo. El color acaramelado hace de la experiencia una carga de adrenalina y de júbilo, puesto que después de esta magnífica estampa y única hasta hoy, es recompensada por otra sala de mayor dimensión y recorrido. Al asomarnos es como estar flotando en el vacío. Ahí, en frente nuestra. Encontramos majestuosamente una isla flotante con formaciones diversas. Con mucho tiento, de manera bien pegada a un lado de la pared, conseguimos situarnos ante semejante hermosura. Aquí, los tres, nos sentimos pequeños y como flotando en un platillo volante. Es espectacular.     
    
          Ahí donde miramos, nos quedamos estupefactos. ¿Esto aquí? la sala rectangular está bañada, rodeada, decorada y un sinfín de adjetivos, de banderolas inmensas, nunca vistas en otras cavidades (y llevamos más de un centenar de aquí y de fuera). Vicente saca la cámara y trípode, dispuesto a filmar el entorno. Mientras, Diego y yo, exploramos por entre unos bloques colmatados. Ascendemos escalando y asegurándonos por donde podemos. Diego, que es un portento escalador, se adentra en la grandísima experiencia de ascender a lo desconocido. Yo, por debajo suyo y sin poder verle, le voy asegurando con la cuerda. Desde nuestro sitio. Vemos la nave flotante donde está Vicente para la filmación. Es increíble. Qué espectáculo. Proseguimos en nuestro empeño, hasta que no hay más continuación. La estrechez es tal que es impracticable. El descenso es más peligroso. Diego pone toda la carne en el asador. Estamos en un "patio" de más de 15 m de altura. Esto acojona señores.


        Superado el desafío, nos reunimos con Vicente. Es hora del curro: A filmar.
       Pasan las horas. Esto es interminable. Esto es bellísimo. Más sorpresas.
       Poco queda. Es hora de volver. Es hora de regresar. Es hora de salir.

          Las cuerdas son un elemento agotador a la hora de ensacar y colgártelas para ir saliendo. El terreno es dificultoso. Plan; Como he instalado yo, me salgo de primero con una de las cuerdas atadas al arnés y, la voy sacando tipo "serpiente". Más fácil, más rápido. Sólo tienen que vigilarme al principio que no se me enganche en una fisura o roca y no se haga un nudo. Ellos hacen lo propio con la otra de cien metros.

          Todos fuera. 20h. Otra vez saliendo a las tantas. Chachi, por lo menos hace viento y no pega el solano. Recogemos. Plegamos. No comemos, puesto que no hemos traído manduca suficiente. En teoría acabaríamos temprano, ja ja ja. Listo.

          A casita a las 23h. Si ya lo digo yo: Para no perder la costumbre.

PARA VER TODAS LAS FOTOGRAFÍAS PINCHA AQUÍ