Sin mucho tiempo pero con toda la ilusión de disfrutar
de la nieve, me pongo en marcha a las 6:00h de la mañana, todavía noche
cerrada, pero convencido de que el amanecer me traerá un nuevo regalo para hoy.
Cafetito, coche y directo a las nubes.
Destino: Puig Major.
Aparco el coche en el parking de es Funicular, al salir descubro todo el
espectáculo del amanecer, algo inolvidable, respiro profundamente y me siento
diferente, tras un par de minutos en babia, comienzo a prepararme para salir.
Con este ambiente tan frío, pero singularmente bello,
comienzo un ascenso lento pero firme hacia la puerta que abre el camino dels Binis.
Una vez allí rodeo lentamente la montaña que ni siquiera alcanzo a ver por la
intensa niebla.
Continuo por el camino bien marcado hasta el punto en
el que se adivina la subida por la coma Fosca, es entonces cuando alzo la vista
y se disipa la niebla dejando a la vista ese inmenso pico blanco coronado por
la base militar, todo un espectáculo.
Tras desayunar un poco me siento para contemplar el
espectáculo y comienzo a soñar, sueño que preparo mis bastones, me pongo las polainas
y comienzo la ascensión, todavía sin pisar nieve. Voy subiendo poco a poco, el
aire está helado y comienzan a aparecer en el camino pequeñas clapas de nieve
que dejan adivinar lo que me espera arriba.
20 minutos más y tengo que ponerme los crampones pues
la pendiente es fuerte y la nieve en algunos puntos está helada, esto dificulta
la subida. Mirando hacia atrás, grandes nubes me siguen y el impresionante mar
observando desde la distancia hacen la ascensión cada vez mas hermosa.
Me desvío hacia la izquierda para atacar la cima por
el corredor y la nieve se hace cada vez más densa, más profunda, más blanca si
cabe. Una vez en la cima, no puedo dejar de observar por un largo rato todo el
inmenso y espectacular entorno, no hay palabras para describir lo que se puede
llegar a sentir en estos momentos en los que te das cuenta de que todo esto es
parte de ti y tu formas parte de la naturaleza.
Absolutamente lleno de emociones intensas, me dispongo
a rodear la base para comenzar el descenso, qué gozada, no puedo resistir la
tentación y sentándome en el cubre de la mochila cual trineo, me deslizo a mil
por hora hasta que decido frenar, parezco un chiquillo, sonriendo de oreja a
oreja, el resto del descenso, tranquilo y gozoso hasta el punto donde me senté
a soñar.
Despierto de mi letargo, qué barbaridad, parece como
si hubiera subido realmente, que pena que no pueda hacerlo pues es una zona de
exclusión y está prohibido su ascenso. Seguramente lo ha prohibido alguien que
no entiende la montaña, ni la necesidad que tenemos algunos de sentir que todos
formamos parte de lo mismo.
Al
regresar al coche me encuentro al forestal de turno esperando. Llevo las
polainas chorreando, los crampones y el piolet colgando de la mochila.
-Buenos días.
-Buenos días.
-¿Has subido al Puig Major?
-¿Yo? Que va. Vengo del
cami dels Binis.
-Ya sabes que es una zona
de exclusión, ¿verdad?.
-Si, si, claro, por eso
no he subido. Que tengas un buen día, yo ya lo he tenido.
Por Antonio José
Tarazaga Blanco.